martes, 18 de octubre de 2011





















Inhabitual y preciso claroscuro de la feroz cotidianeidad, donde los poemas irrumpen como un vitral dentro del que la propia muerte es conjurada, siendo apenas un simple y tan solo aparente final con puntos suspensivos.
Poemas ágiles, candentes, en los que acecha un mismo viento capaz de hacer y deshacer todo a su antojo, anclando resonancias tan insólitas como esa paz de vía muerta en cada paisaje para nunca perdido. Terrible y propia dicha de poder nombrar sin detener nunca.
Intensa, exenta de dialéctica y por sobre todo inconmovible tan solo en apariencia. Como una clave lunar donde emerger en canto, que es a la vez silencio y todo lo que el lenguaje fuera capaz de ofrendar al ser vivido. Como escribiría Alejandra Pizarnik: “con el modelo adelante, a fin de no equivocarse”.

                                                                                                           Fernando Noy

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